Música para el poema (empezar a leer a partir del segundo 42)
La música taladra mis oídos
como la explosión
de un universo de chinchetas.
Y mientras, la vida pasa en otra parte.
En la cuna de tu prima,
o en la historia de mi abuelo.
Como una antorcha de recuerdos
aparecen, se van, aparecen, se van...
¿Volverán?
Y la ingravidez se apodera de mi estómago
e igual de mi corazón
maloliente y parapléjico
que necesita de su marcapasos
como el dios
necesita del creyente.
Bajo esta lluvia de chinchetas
en la que todavía me hallo
mientras escribo este ¿poema?,
pienso en lo infinito de la vida
y del zumo de frutas.
Todo mezclado en mis sesos,
como un turrón de gelatina metafísica,
como una camisa hawaiana en el alma.
Curiosa enfermedad padezco, supongo.
Y aquí sigo,
igual que antes.
Con un poema más
en mi registro de obra destinadas a olvidarse,
pero completamente
igual que antes.
2 de junio de 2013, Madrid
Samuel S.